Aun recuerdo ciertos momentos de mi infancia con ternura. Recuerdo las reuniones en casa de la abuela toda la familia, recuerdo las visitas de mi padre a casa, que para mi, siendo bien pequeña, era como la llegada del príncipe, me ponía en el balcón esperando a que llegase cuando mi madre me decía que venia y cuando le veía aparcar, quería bajarme corriendo para verle cuanto antes...la inocencia de un niño, que bonita es a veces.
Hay una gran añoranza de recuerdos que no los tengo muy claros y que me gustaría recordarlos mejor, cosas como vivencias con mi hermana, tuve muy pocas y con mi hermano fueron vivencias toda la vida, pero toda la vida malas, así que con el, en concreto, no recuerdo nada bueno.
Pero hay una cosa de la que me acuerdo muchas veces y es, cuando me tumbaba en la cama y empezaba a fantasear con las cosas maravillosas que haría de mayor.
Tendría un trabajo, el cual me encantaría y tendría una casa maravillosa con un gato y cuando formase mi familia no iba a dejar nunca que nada lo estropease.
Pero ya ves, al final son añoranzas y pensamientos de cuando eres pequeña y al fin y al cabo fantasías, porque la vida se encarga de no poner las cosas tan de rosa como se ven a esa edad.
Siendo bien jovencita, con 14 años comencé a repartir publicidad por las calles de Madrid, con la empresa que trabajaba una amiga mía, nos pagaban entre 3000 y 5000 pesetas...ufff...que tiempos...
Yo ya entendía las cosas y lo que pasaba en casa, la cosa se estaba poniendo fea con mi hermano, ya estaba cogiendo una edad en la que se estaba poniendo fuerte ante mi madre y comenzó a dominarnos en casa, de forma violenta y destrozando todo a su paso con cada palabra hacia nosotras.
Mi madre tenia que trabajar limpiando casas para mantenernos y pasaba prácticamente todo el día fuera, así que yo el tiempo que estaba en casa estaba tranquila mientras estaba sola y cuando el venia, hacia todo lo posible por salir de casa sin que se diese cuenta. Una vez cerrada la puerta ya me bajaba las escaleras a una velocidad de vértigo, me dejaba las manos hechas polvo, porque las barras laterales en las que me agarraba para hacer el giro volado en la otra dirección de la escalera, era cuadrada y ufff....desde un noveno que yo vivía...jjajaja...cuando legaba abajo estaban llenas de trozos del color de la pintura y rojas rojas rojas, notabas como palpitaban. Pero ya estabas en la calle y ahí ya podías estar segura.
Ahora hay veces que veo a niños de edades muy tempranas, danzando por la calle a horas que no son las adecuadas para ellos, como al medio día, cuando todo el mundo esta descansando en sus casas, o a las 10 de la noche cuando saco al perro.
Cuando vemos eso, pensamos...pfff...vaya padres...pero realmente, nadie sabe la situación de ese niño...quizás este mas seguro en la calle que en su propia casa.
La cosa fue, que todo se puso tan tenso, que a mis 15 años vi como mi madre pedía por favor que la ingresaran en el psiquiátrico, porque no podía mas, ese era su método de desconectar de todo lo que tenia encima, y sin ayuda de nadie.
Tuve una temporada allí, tengo imágenes de esas visitas, que preferiría no detallar, pues a día de hoy aun me pongo mala.
Durante el tiempo que ella estuvo ingresada, vino mi hermana y mi cuñado a estar en casa.
Yo tenia un chico con el que llevaba un tiempo y gracias a el no pasaba tanto tiempo en casa, mas que nada por evitar enfrentamientos con mi hermano.
Cuando el psiquiatra la dio el alta, antes de que ella saliese, el medico nos metió en la habitación y nos dijo...(mas bien a mi hermana)
-No seria bueno que vuelva al mismo sitio, necesita descansar psicologicamente de el. Necesitaría un tiempo en algún otro sitio que no sea su casa.
Mi hermana le dijo que se la llevaría a Valencia con ella. Y así hizo.
Yo no quería irme, ya tenia mi vida aquí, tenia un chico y tenia trabajo, así que de esta manera hizo, yo me quede con el chico que estaba, mi madre se fue a Valencia con mi hermana y mi hermano se quedo solo en casa.
y así empezó mi andadura en solitario...comencé a forjar mi vida...
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